El Taijiquan a través de los textos taoístas

El Taijiquan (Taichi chuan) es un arte marcial, es una forma de meditación, es un conjunto de movimientos para la salud, es un método para curar enfermedades y aumentar la longevidad, el Taichi es todas estas cosas y mucho más.

Trataré de esbozar con ayuda de antiguos textos taoístas qué es el Taijiquan.

Decir en primer lugar que fue creado por monjes taoístas y por lo tanto se fundamenta en una filosofía concreta donde se incluye la teoría del Yin y el Yang, los cinco elementos y el I Ching principalmente, pero también se adoptan métodos de respiración (Tuna) y trabajos energéticos (Tao yin).

El Taichi representa el origen de todas las cosas, como explica el Hua Hu Ching de Lao-Tse.

“El origen de todas las cosas es incognoscible, un gran e indivisible río que fluye eternamente a través de un fértil valle. Silencioso y no creado crea todas las cosas mediante la relación del Yin y el Yang.

El dinámico río Yang empuja hacia delante, el tranquilo río Yin es receptivo y mediante su integración nacen las cosas a la existencia.

A esto se conoce como el gran Tai-Chi”

Las dos primeras energías más básicas y sencillas se unen para dar lugar mediante su interacción a otras más complejas, las cuales somos nosotros mismos y todo el mundo material que conocemos a través de nuestros sentidos.

El comienzo de este proceso se llama Taichi, el camino de la energía, así cada persona dirige su energía por un camino. Mediante el Taijiquan equilibramos la nuestra energía con la del Universo, de manera que dominemos el cuerpo y la mente gozando de mayor salud, viviendo más y teniendo una mayor comprensión de nuestra naturaleza.

No se puede incluir dentro de unas normas o leyes fijas que lo limiten. Encontramos de nuevo en el Hua Hu Ching:

No existe un método para alcanzar la realización del Tao. Considerar cualquier método como el método es crear una dualidad que sólo puede retrasar tu comprensión de la verdad sutil. La persona madura percibe la inutilidad de las rígidas metodologías externas.

Esa persona mantiene permanentemente una actitud sin estructuras, y de este modo, está siempre libre para seguir el camino Integral. Ella estudia las enseñanzas de los maestros. Disuelve todos los conceptos de dualidad. Se prodiga al servicio de los demás”.

No existe un solo camino, cada persona tiene su camino que le lleva hacia una evolución espiritual. Imitar a los maestros es estar toda la vida buscando y no encontrar nada. Los maestros pueden dar muchos conocimientos y pautas a seguir que ayudarán a los alumnos a una mayor comprensión pero nunca podrán transmitirles la forma en que encontraron su sabiduría o su iluminación porque es algo intrínseco a la búsqueda que no se puede transmitir. Son pensamientos, aptitudes, ideas, intuiciones propias de cada persona e irrepetibles.

Nos pueden señalar el camino pero debemos recorrerle nosotros solos.

En el primer capítulo del Tao Te Ching leemos:

El Tao que puede expresarse no es el Tao eterno

El Tao que puede nombrarse no es el Tao eterno.

Si permaneces con deseos, sólo verás sus últimos reflejos.

Si permaneces sin deseo, podrás observar sus maravillas”.

Y en el Hua Hu Ching:

“La suprema verdad no puede expresarse con palabras. Por ello, el maestro supremo no tiene nada que decir”

…”Si vas en búsqueda del gran creador, volverás con las manos vacías”…

Lo que podemos encontrar en el Taichi no se limita a conocer y repetir los movimientos, no es decir qué beneficios tiene ni intentar con tesón conseguir lo que otros han conseguido.

Cada persona debe experimentar, debe avanzar con su práctica personal sin esperar nada, sin decir nada pues las palabras no pueden expresar la esencia de las cosas, y al esperar algo en concreto sólo se producen bloqueos que impiden el conocimiento que llega de maneras distintas.

Dice Lao-Tse en el mismo texto:

“El Tao hace surgir todas las formas, pero él mismo no tiene forma.

Si intentas representar su imagen en tu mente, lo perderás.

Es como clavar una mariposa con un alfiler: se capta la forma pero se pierde el vuelo.

¿Por qué no contentarse solamente con vivirlo?”

El Tao no está obligado a presentarse de esa forma, siempre está presente, siempre está disponible. Cuando se agota el lenguaje y se disuelve la mente, se manifiesta por sí mismo, si deseas ser vivido por él, lo verás en todas partes, incluso en las más ordinarias”.

Igual que el espíritu sólo necesita el cuerpo para poder expresarse, así los movimientos sirven de soporte para crecer espiritualmente, pero ni el cuerpo ni los movimientos son la esencia que los sustentan.

Para facilitar el camino del conocimiento y comprensión de las leyes naturales y del desarrollo de la intuición que es básicamente lo que se pretende, se debe, además de la intención desarrollar unos hábitos correctos. En primer lugar y lo más importante es respirar correctamente. Ya hablan de ello los textos taoístas. En el Patio Amarillo (clásico taoísta de los siglos IV-V) dice:

“Respirar la vacuidad: entraréis en el campo del cinabrio.

Si os ejercitáis en ello verdaderamente, podréis existir durante largo tiempo”.

En el capítulo III del Tao Te Ching encontramos:

Y en el capítulo XII del mismo texto:

“… la ambición crea confusión en la conducta del hombre. Por eso el sabio se involucra con el abdomen y no con los ojos…”

Respirando abdominalmente retornamos al modo de respiración del recién nacido. Se masajean órganos tan importantes como el hígado, los riñones y el bazo, y es bueno para combatir problemas gastrointestinales y hepáticos. Concentrando la atención debajo del ombligo mientras se realiza esta respiración se acumula energía en toda la zona de la cintura y en los riñones, y en concreto en un punto llamado Dan-Tian, que vendría a ser nuestro centro energético. Dan significa campo, y Tian elixir. Este elixir puede ser el cinabrio considerado por los alquimistas un elemento en perfecto equilibrio.

Con la práctica constante además de sanar el cuerpo se aclaran ideas, se comprenden situaciones y desaparecen deseos y ambiciones, lo que permite la entrada de la sabiduría.

También se debe prestar atención al cuerpo, a su estructura y a la forma de moverse. Dice Zhan Sanfeng:

“Sitúa correctamente las vértebras cervicales para que pueda haber una conexión con la coronilla, los costados deben relajarse.

Que tu energía llegue a lo alto de la cabeza, hunde tu aliento en el Dan-Tian. Los brazos deberán relajarse.

Abrir y cerrar se hace de acuerdo con los cambios de posturas.

Los dedos de los pies sujetan firmemente el suelo.

Desde el pie a la pierna, de la pierna al cuerpo, se siente que todo está unido en un solo aliento.

La energía se libera igual que se suelta una flecha.

Los desplazamientos requieren ligereza y adaptación, cada paso deberá ser fluido y uniforme”.

Todo el cuerpo debe estar alineado y relajado para que la energía pueda circular sin interrupciones desde los pies hasta la coronilla. Si la cabeza no está debidamente colocada se producirá un bloqueo en el cuello que provocará dolor, lo mismo ocurrirá en la espalda si no está recta.

Todos los movimientos tienen que ser suaves y coordinados con la respiración.

El peso desciende hasta el pubis y desde allí, se divide por las dos piernas hasta el suelo.

Los dedos de los pies se aferran al suelo para detener el avance del paso y estabilizarse, y los pasos serán suaves y fluidos.

La energía puede ser llevada mediante la intención a cualquier parte del cuerpo y fuera de él, así se puede enviar a distancia mediante un corto movimiento explosivo en caso de utilizar energía explosiva, llamada Fajin.

Todo esto nos tiene que llevar al conocimiento de la energía. Si no se comprende la energía, únicamente se realizarán unos movimientos beneficiosos para la salud, pero se estará muy lejos de practicar Taichi.

Encontramos en los escritos de Wu Chieng-Ching:

“En el movimiento se separa, en la quietud se une.

Separación es la separación del Yin y el Yang, unión es la unión del Yin y el Yang; esto es la forma del Taichi. Separación y unión se refieren a uno mismo. Mi oponente no me entiende, pero yo le entiendo a él.

Atrae la energía de tu adversario y cuando actúe en el vacío, únete y surge. Con sólo 100 gramos desvía 1000 kilos. Unir significa desviar”.

El movimiento se inicia con una diferencia entre energías, entre potenciales, como un imán. Todo movimiento contiene dos partes, un Yin y un Yang, arriba y abajo, delante y detrás; cuando la energía que hace subir un objeto se acaba, comienza la que le hace bajar, en el universo todo es dual, todo contiene a su contrario y por eso existe.

Como cada pieza en el Universo es la representación del todo, es como un microcosmos que funciona bajo las mismas leyes universales que el cosmos, tenemos que en una de esas piezas que es el Taichi intentamos equilibrar las energías del hombre con las de la naturaleza.

En la quietud el Yin y el Yang se unen, no hay movimiento, cuando las energías se unen nada existe, cuando se mueven se crea y es esta energía que creamos en el movimiento la que tiene que armonizarse con la energía primigenia que dio origen a todas las cosas.

Cuando el practicante comprende esto realmente y puede observar cómo él mismo es únicamente energía y, que esa energía es Yin y Yang a la vez, que todo su ser es Yin y Yang; cuando se agacha y se levanta, cuando emite energía y la recupera, cuando esto ocurre es capaz de conocer también a su adversario, así, puede seguirle sin dificultad porque sabe antes que él qué movimiento va a realizar y en qué momento ese movimiento ha llegado al final para nacer de nuevo en otro, y en ese punto, en ese vacío para el oponente, usar la propia energía unida a la del contrario para dominarle.

Referente a esto encontramos en los escritos de Li I-Yü:

“¡Cuan maravilloso es el Taichi-Chuan, cuyos movimientos siguen las leyes de la naturaleza!

Continuo como una pulsera de jade, cada movimiento expresa el símbolo del Taichi.

El cuerpo entero se llena de un continuo chi.

En el movimiento todo se mueve, en la quietud todo está en calma. Arriba la coronilla está suspendida, y abajo el Chi se hunde en el Tan-Tien.

Deja que los hombros cuelguen y bajen los codos.

Estira la espalda y relaja el pecho.

Utiliza la mente y no la fuerza.

La energía surge de la columna vertebral, y llega a los brazos y a la punta de los dedos.

Cuando lo lleno y lo vacío se distinguen claramente, lo duro y lo suave se adaptan a los cambios de situación. Yin y Yang deben complementarse mutuamente. El Chi se despierta al variar la relación entre energías. Y el espíritu permanece dentro. El espíritu dirige al Chi en su movimiento.”

En este texto nos dice cómo la energía ha de ser continua, sin interrupciones, siguiendo las leyes naturales y expresando el símbolo del Taichi, los contrarios, una fuerza acaba para dar lugar a otra, de esta manera una genera a la otra, igual que para avanzar hay que retroceder.

Cuando la coronilla está como suspendida de un hilo, con la espalda recta, la respiración abdominal y todo el cuerpo relajado, la energía se mueve libremente, esta energía debe obedecer al espíritu, a la sabiduría interna que nace de la unión con el medio, a la intuición.

En “la Canción de la Circulación del Chi”, Li I-Yü explica paso a paso cómo la energía se mueve por el cuerpo hace una descripción de la órbita macrocósmica:

“El Chi es como las aguas del río Yangtze, cuando fluyen hacia el este ola tras ola.

Desde el punto pozo burbujeante, en la planta del pie, asciende por la columna vertebral. Llega al punto ni-wan, en el centro del cerebro, y regresa al punto yin-tang, entre las cejas.

La mente dirige el Chi, y no lo abandona ni por un instante.

Por ejemplo si quieres levantar la mano derecha, primero el chi de la mente llega a la axila.

Después, siguiendo la energía cinética, sentirás el Chi de la mente en el hueco del codo.

Girando sobre tu mano, el Chi llegará al punto Nei-Kuan en el interior del brazo, por encima de la muñeca.

Si la mano se extiende hacia fuera al empujar, la palma sobresaldrá un poco cuando el Chi llega al lado Yin de la mano y finalmente alcanza la punta de los cinco dedos.

Es lo mismo con una o con las dos manos.

Y los pies y las manos no son diferentes.

Todo tu cuerpo se conectará como si fuera un solo hilo. La mente dirige el Chi y el cuerpo entero se mueve como una unidad.

Haz que circule el Chi como si ensartaras una perla con nueve curvas, de modo que penetre completamente en todo el cuerpo.

Pero evita estrictamente que el Chi se mueva con demasiada rapidez.

Debe tocar cada punto paso a paso y pasar a través de todas y cada una de las puertas.

De esta manera, después de muchos años te convertirás en un arhat de acero”

El fluir de la energía debe ser como el fluir del agua, continuo, unas veces suave y otras duro como las olas, pero siempre ininterrumpido.

La energía que tomamos de la tierra por un punto en la planta del pie llamado Yong quan, sube por las piernas hasta el coxis y de allí por la columna vertebral llega hasta la coronilla desde donde baja de nuevo hasta el entrecejo y a un punto de la mandíbula superior, desde allí y a través de la lengua, que toca el paladar, baja hasta Huy-yin (perineo) desde donde va hasta los pies por las piernas.

Este es el recorrido que hace la energía al practicar la órbita Macrocósmica.

Cuando llevamos la intención a la mano, la energía que sube de los pies por la columna se desvía por el brazo al llegar a un punto situado a la altura de las escápulas.

El Chi deber recorrer todo el cuerpo sin dejar ninguna parte olvidada, igual que una perla con nueve agujeros por los que debe pasar un hilo de seda sin dejar ninguno libre. El hilo debe pasar de manera suave y continua para que no se rompa.

Después de practicar durante muchos años llega la iluminación espiritual.

En cuanto al carácter marcial del Taichi-Chuan hay que destacar las trece posturas o las ocho puertas y los cinco pasos. En estas trece técnicas se basan todas las formas de Taichi. No se conocen suficientemente por la mayoría de los practicantes, pero dominándolas perfectamente se domina el arte del Taichi.

Los maestros hablan constantemente de ello, por ejemplo siguiendo con Li I-Yü encontramos:

“El brazo de esquivar está extendido en forma de luna creciente.

La rodilla adelantada está ligeramente flexionada y la retrasada redondeada.

Los kilos y la fuerza de un oponente se pesan en la balanza del brazo que esquiva.

Cuando mi adversario emite energía le respondo con un bloqueo o tirando hacia abajo.

Cuando manifiesta fallos le respondo con presionar.

Arriba y abajo, todo mi cuerpo se llena de un Chi continuo, como una gran serpiente enroscada en espiral.

Nuestro espíritu se manifiesta totalmente en nuestras manos.

Al pegarnos y adherirnos nunca dejamos la posición de tierra central.

La base de girar hacia atrás es atraer al oponente.

Girar hacia atrás sin presionar es desaprovechar girar hacia atrás.

Presionar sin girar hacia atrás es un riesgo estúpido.

Al presionar, la mano se extiende como un puente arqueado, avanzando con prudencia desde un ángulo y manteniendo siempre un espíritu intrépido.

Si te enfrentas a empujar, responde con presionar, pero antes utiliza girar hacia atrás.

Empujar se emplea como un tigre.

Primero húndete, luego conecta y entonces empuja hacia delante, y el oponente seguramente saldrá volando con una fuerza irresistible.

Tirar hacia abajo es como un mono cogiendo melocotones, después de hundirte, agarra oblicuamente, incitando al oponente a robarlos. Da un paso hacia atrás, tirando enérgicamente con la muñeca hacia abajo.

Tanto si somos atacados con esquivar o con empujar, tirar hacia abajo los convierte en hielo que se derrite.

Partir golpea con fuerza horizontal lo mismo que un golpe por sorpresa. Los hombros siguen el giro de la cintura igual que un dragón retuerce su cuerpo.

Golpear con el codo es como un toro que agacha la cabeza, las flores se abren libremente una tras otra.

Esta técnica puede utilizarse con eficacia a corta distancia, contra un intento de utilizar tirar hacia abajo.

Al realizar golpear con el hombro, debes avanzar directamente hacia la entrepierna de tu oponente.

Empújale en ángulo desde abajo, girando el cuerpo rápidamente, y golpea con tu hombro sin piedad el pecho del adversario”.

Nos explica en este texto cómo utilizar las ocho técnicas de manos que serían los cuatro lados con esquivar, presionar, girar y empujar y las cuatro esquinas con tirar hacia abajo, partir, golpear con el codo y golpear con el hombro. En total ocho, que junto con los cinco pasos que corresponden a avanzar, retroceder, izquierda, derecha y equilibrio central son las trece posturas en las que se desarrollan todas las formas de Taichi.

Los cuatro lados se utilizan en primer lugar y a media distancia y las cuatro esquinas cuando fallan las anteriores o se está muy cerca del adversario.

Hasta aquí he intentado dar una visión general de lo que es el Taichi-Chuan en su aspecto filosófico y marcial. No se debería olvidar que los contrarios hacen la unidad, y que si falta uno de los dos hay desequilibrio, por lo que se tiene que tener en cuenta el aspecto marcial y el espiritual para que uno engendre al otro y se puedan expresar al mismo tiempo. Encontramos al respecto en los textos de la familia Yang:

“Lo espiritual es la esencia, lo marcial la aplicación.

Cuando lo marcial se combina con lo espiritual y es experimentado en el cuerpo y la mente, entonces esto es la práctica de las artes marciales.

Lo espiritual sin el entrenamiento marcial es la esencia sin la aplicación, lo marcial sin el acompañamiento de lo espiritual es la aplicación sin esencia.

Lo espiritual es el principio interno, lo marcial es la habilidad externa. La habilidad externa sin el principio interno es simplemente violencia física”.

Para conseguir comprender el verdadero arte del Taichi, con sus aspectos filosóficos y conocimiento de la energía se necesita mucho tiempo, como dice Wu Cheng-Ching:

“… Para conocer todo esto se necesitan varias décadas”.

Así pues, dentro de unas décadas, seguramente no describiría estos versos como lo he hecho ahora porque, espero, mi comprensión será mayor, y dentro de otras décadas más, si viviera, diría otra cosa, o quizás nada, porque al final comprenderemos lo que nos dicen los sabios maestros.

“Sin salir de la puerta se conoce el mundo.

Sin mirar por la ventana se ve el cielo.

Cuanto más lejos se va, menos se aprende.

Así, el sabio, no da un paso y llega,

No mira y conoce, no actúa y comprende”.

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