El corazón como cerebro

Según Annie Marquier, matemática e investigadora de la conciencia “El corazón contiene un sistema nervioso independiente y bien desarrollado con más de 40.000 neuronas y una compleja y tupida red de neurotransmisores, proteínas y células de apoyo”.

El corazón puede tomar decisiones independientemente del cerebro, puede aprender, recordar e incluso percibir. Existen cuatro tipos de conexiones que parten del corazón y van hacia el cerebro de la cabeza.

El corazón envía más información al cerebro de la que recibe, y puede inhibir o activar determinadas partes del cerebro según las circunstancias.

Influye en nuestra percepción de la realidad y por tanto en nuestras reacciones.

El corazón produce la hormona ANF, la que asegura la homeostasis, el equilibrio general del cuerpo. Uno de sus efectos es inhibir la producción de la hormona del estrés y producir y liberar oxitocina, la hormona del amor.

Parece ser que a través del ritmo cardiaco y sus variaciones el corazón envía mensajes al cerebro y al resto del cuerpo.

El campo electromagnético del corazón es el más potente de todos los órganos del cuerpo, 5.000 veces más intenso que el del cerebro. Que puede cambiar en función del estado emocional, cuando tenemos miedo, frustración o estrés se vuelve caótico.

Sabemos que el campo magnético del corazón se extiende alrededor del cuerpo entre dos y cuatro metros, es decir, que todos los que nos rodean reciben la información energética contenida en nuestro corazón.

Cuando una persona tiene emociones y pensamientos positivos y generosos la variación de la frecuencia cardiaca es armoniosa, de ondas amplias y regulares. Cuando aparecen emociones negativas, miedo, preocupación o ira, es desordenada, con ondas incoherentes. Las ondas cerebrales se sincronizan con estas variaciones del ritmo cardiaco. El cerebro del corazón activa en el cerebro de la cabeza centros superiores de percepción completamente nuevos que interpretan la realidad sin apoyarse en experiencias pasadas. Este nuevo circuito no pasa por las viejas memorias, su conocimiento es inmediato, instantáneo, y por ello, tiene una percepción exacta de la realidad.

Cuando utilizamos el cerebro del corazón se crea un estado de coherencia biológico, todo se armoniza y funciona correctamente y se activa una inteligencia superior a través de las emociones positivas. Es un potencial no activado, pero empieza a estar accesible para un gran número de personas.

Se activa mediante la práctica de pensamientos y emociones positivas y cultivando las cualidades del corazón como la solidaridad hacia los demás, el escuchar, la paciencia, la cooperación, la aceptación de las diferencias, el coraje. En esencia es liberarse del sentimiento de separación y del miedo, el deseo y el ansia de dominio, mecanismos que están anclados profundamente en el ser humano. Podemos trabajar estos defectos observando nuestros pensamientos y emociones sin juzgarlos, siendo sinceros con nosotros mismos y escoger las emociones que son buenas para nosotros y para los demás. Debemos aprender a confiar en la intuición y reconocer el origen de nuestras reacciones en nuestro interior.

Como prácticas habituales deberíamos estar más en soledad, en silencio, pasear todo los días a solas por la naturaleza o zonas arboladas, contemplar el entorno. Ser conscientes de la respiración y del cuerpo. Preguntar al corazón cuando tengamos dudas.

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